Templanza
Tras haber llegado cerca,
peligrosamente cerca, del punto de combustión interna de tu cuerpo, tu mirada
se escapa y se vuelve hacia ti: Comprendes con certeza que ha llegado el
momento: Reviertes la posición de la jarra que derrama su contenido en el pozo.
Respiras: Sujetando ambas
jarras con decisión te sientes agua: cuerpo de luz: apenas una pompa de jabón que
contiene infinitos corpúsculos luminosos.
Inspiras: Una ola purificadora
entra por tus pies y te recorre, llega hasta tu cabeza y allí gira y retrocede:
cambia su sentido siguiendo un mismo cauce hasta que te abandona: arrastra a su
paso todos los pequeños agujeros negros que iniciarían tu destrucción.
Expiras: La marea, en su
inicio violenta, va calmándose al ritmo del aire que bombea tu cuerpo. Ahora
agua, luz y aire respiran al compás.
Luisa Gil
Marzo 2022
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